Durante mi única visita a Japón, me alojé en una antigua casa tradicional. En mi habitación, había dos cerámicas que guardaban las cenizas de todos los antepasados de la familia que habitó aquella casa. Pensé que su presencia actuaba de manera distinta a una imagen: la sensación era más física y, a la vez, más invisible. Te llevaba a una conciencia en la que la imagen ya no era necesaria.

Alma de cántaro es una expresión que aparece varias veces en El Quijote, pero cuyo origen es desconocido. Cervantes parece aludir al sonido hueco de un cántaro vacío y al "alma" como lo que contiene en su interior: algo así como vacío de espíritu o entendimiento; alguien que no percibe las cosas evidentes y no es plenamente consciente de lo real.

Hay una lógica escultórica, dar la palabra "alma" a algo hueco revela el sentido interior del cántaro. El alfarero gira el plato de barro y, desde los bordes, va dando forma al vacío, transformando a masa en un contenedor; su cerramiento convierte el vacío en un hueco tangible.

Tanto las esculturas como las piezas de cerámica son objetos. Es difícil al verlas experimentar una sensación física —algo que sí sucede, por ejemplo, con la arquitectura—, pero tienen la capacidad de evocar. Su fisicidad es lo suficientemente poderosa como para activar los recuerdos.

— Alberto Peral, Bartzelona, 20/11/2025